Esculturizate
Este blog está destinado para la asignatura de Expresión Plástica del Grado de Educación Infantil de la Universidad de Sevilla. Con él queremos transmitiros los conocimientos que hemos adquirido sobre la escultura contemporánea. Esperemos que os guste :)
miércoles, 16 de diciembre de 2015
Contexto histórico del siglo XX
Primera mitad del siglo XX
Los
inicios del siglo XX estaban marcados por la crisis de la Primera Guerra
Mundial (1914-1918), lo que conllevó a varios cambios, tanto en el orden
político como en el económico y en el social, como fueron:
- Relajación de la moral, de las costumbres y la aparición de nuevas modas.
- Un nuevo papel de la mujer en la sociedad.
- Caída de los grandes imperios (Rusia, Alemania, Austria-Hungría) y remodelación de las fronteras europeas.
- Gran número de bajas, lo que provocó cierto desprecio por la vida humana.
- Llegada de las ideas marxistas al poder por primera vez (Revolución Bolchevique en 1917.
- Aparición de una nueva potencia político-militar: los Estados Unidos.
Una
vez, que se terminó la contienda, en América del Norte llegaron los “felices
años veinte”, acabados de manera repentina con el crack de la bolsa de Nueva
York en 1929. Por su lado, el nazismo que llegó al poder democráticamente provocó
dos grandes horrores como: el holocausto judío y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Terminado
este conflicto el mundo se alineó en dos bloques: el occidental, dominado por
Estados Unidos, y el soviético, liderado por la URSS.
Segunda mitad del siglo XX
Aquí,
destacan una serie de acontecimientos y conflictos como son la Guerra de Corea,
la creación del Estado de Israel, la independencia de los países africanos, la
victoria de las dictaduras en Chile y Argentina y el regreso a la democracia en
España, tras la muerte de Franco.
En
1989, se puso fin a la Guerra Fría con la caída del Muro de Berlín. Este hecho
histórico supuso una nueva redistribución geopolítica de Europa, por lo que en
1991 se crea la Unión Europea.
Como
consecuencia de ello y con la aparición de la globalización y el impacto del
desarrollo científico, así como la generalización de la información, se produce
una aproximación entre todos los campos artísticos y, por tanto, un intercambio
recíproco de gustos e ideas.
Características de la escultura del siglo XX
En
el siglo XX, la escultura empieza a experimentar algunos cambios importantes,
de los cuales destacan los siguientes:
- Abstracción: se empieza a realizar esculturas que no tienen un significado concreto, sino que para cada persona que la vea tendrá un significado propio. Esto, la forma sin apoyo en la realidad han renovado el lenguaje escultórico.
- Geometrización: se introduce la descomposición geométrica como un nuevo lenguaje escultórico.
- Movimiento: la escultura deja de parecer que está “estática” en un lugar, para expresar que en ella existe el movimiento. Esto se consigue con la unión de la energía y la forma en las esculturas.
- Incorporación de espacios dentro de la escultura: esta se funde en su contorno, es decir, existe un hueco en el interior de la escultura. Así, se le empieza a dar mucha importancia al vacío.
- Pérdida de la condición figurativa: las esculturas con forma de personas dejan de ser importantes y empieza a cobrar importancia otro tipo de esculturas.
- La escultura cobra valor en sí misma: se independiza fuera de un conjunto o ambiente.
- Evolución del papel esculturas: se ha pasado de poner las esculturas en las rotondas de las calles de distintas ciudades a colocarlas en los museos para que todo el mundo que quiera pueda ir a verla.
- Uso de nuevos materiales: como chapas, alambres, cordeles, entre otros muchos.
Cubismo
El cubismo se
caracteriza, además de por plasmar de manera simultánea un mismo objeto desde
diferentes ángulos, por el empleo de figuras geométricas como triángulos,
cuadrados, rectángulos y cubos. Es de esta última figura de donde proviene el nombre del movimiento.
En
cierto sentido el cubismo es el movimiento más significativo y transcendente de
la historia de la pintura occidental desde el Renacimiento, por lo que tiene de
ruptura con la estética clásica, el concepto de belleza y las nuevas formas de
observar la naturaleza. Su visión es tan radicalmente distinta que conmocionó a
todo el mundo del arte. A partir del cubismo, los conceptos de arte y belleza cambian por completo, nada se
podrá hacer igual, y las obras anteriores se mirarán de otra forma.
Normalmente
se considera que la fecha de inicio de este movimiento fue en 1907 con el
cuadro de Las señoritas de Avignon
de Pablo Picasso. Picasso fue, junto a Georges Braque, el artífice de esta corriente que tuvo como centro
principal París.
La escultura tiene
la misma estética y los mismos objetivos que la pintura, pero trabaja en tres
dimensiones. Sus esculturas se caracterizan por la intersección de planos y
volúmenes, y la descomposición de las formas. El cubismo descubre el hueco como elemento escultórico, tanto la
masa como el hueco sirven para la expresión plástica. Debido a la ausencia de
color en la pintura, la escultura se revela como una manifestación artística
especialmente valiosa.
Los
autores más importantes del cubismo en la escultura fueron: Pablo Picasso,
Pablo Gargallo y Julio González, entre otros.
Expresionismo
El expresionismo fue un movimiento cultural surgido en
Alemania a principios del siglo XX, que se plasmó en un gran número de campos:
artes plásticas, literatura, música, cine, teatro, danza, fotografía, etc. Su
primera manifestación fue en el terreno de la pintura, coincidiendo en el
tiempo con la aparición del fauvismo francés, hecho que convirtió a ambos
movimientos artísticos en los primeros exponentes de las llamadas “vanguardias
históricas”. Más que un estilo con características propias comunes fue un
movimiento heterogéneo, una actitud y una forma de entender el arte que
aglutinó a diversos artistas de tendencias muy diversas y diferente formación y
nivel intelectual. Surgido como reacción al impresionismo, frente al
naturalismo y el carácter positivista de este movimiento de finales del siglo
XIX los expresionistas defendían un arte más personal e intuitivo, donde
predominase la visión interior del artista –la “expresión”– frente a la
plasmación de la realidad –la “impresión”–.
El expresionismo suele ser entendido como la deformación de
la realidad para expresar de forma más subjetiva la naturaleza y el ser humano,
dando primacía a la expresión de los sentimientos más que a la descripción
objetiva de la realidad. Entendido de esta forma, el expresionismo es
extrapolable a cualquier época y espacio geográfico. Así, a menudo se ha
calificado de expresionista la obra de diversos autores como Matthias
Grünewald, Pieter Brueghel el Viejo, El Greco o Francisco de Goya. Algunos
historiadores, para distinguirlo, escriben “expresionismo” –en minúsculas– como
término genérico y “Expresionismo” –en mayúsculas– para el movimiento alemán.
Con sus colores violentos y su temática de soledad y de
miseria, el expresionismo reflejó la amargura que invadió a los círculos artísticos
e intelectuales de la Alemania prebélica, así como de la Primera Guerra Mundial
(1914-1918) y del período de entreguerras (1918-1939). Esa amargura provocó un
deseo vehemente de cambiar la vida, de buscar nuevas dimensiones a la
imaginación y de renovar los lenguajes artísticos. El expresionismo defendía la
libertad individual, la primacía de la expresión subjetiva, el irracionalismo,
el apasionamiento y los temas prohibidos –lo morboso, demoníaco, sexual,
fantástico o pervertido–. Intentó reflejar una visión subjetiva, una
deformación emocional de la realidad, a través del carácter expresivo de los
medios plásticos, que cobraron una significación metafísica, abriendo los
sentidos al mundo interior. Entendido como una genuina expresión del alma alemana,
su carácter existencialista, su anhelo metafísico y la visión trágica del ser
humano en el mundo le hicieron reflejo de una concepción existencial liberada
al mundo del espíritu y a la preocupación por la vida y la muerte, concepción
que se suele calificar de "nórdica" por asociarse al temperamento que
tópicamente se identifica con el estereotipo de los países del norte de Europa.
Fiel reflejo de las circunstancias históricas en que se desarrolló, el
expresionismo reveló el lado pesimista de la vida, la angustia existencial del
individuo, que en la sociedad moderna, industrializada, se ve alienado,
aislado. Así, mediante la distorsión de la realidad pretendían impactar al
espectador, llegar a su lado más emotivo e interior.
El expresionismo no fue un movimiento homogéneo, sino de
gran diversidad estilística: hay un expresionismo modernista (Munch), fauvista
(Rouault), cubista y futurista (Die Brücke), surrealista (Klee), abstracto
(Kandinski), etc. Aunque su mayor centro de difusión se dio en Alemania, también
se percibe en otros artistas europeos (Modigliani, Chagall, Soutine, Permeke) y
americanos (Orozco, Rivera, Siqueiros, Portinari). En Alemania se organizó
principalmente en torno a dos grupos: Die Brücke (fundado en 1905), y Der Blaue
Reiter (fundado en 1911), aunque hubo algunos artistas no adscritos a ningún
grupo. Después de la Primera Guerra Mundial apareció la llamada Nueva
Objetividad, que si bien surgió como rechazo al individualismo expresionista
defendiendo un carácter más social del arte, su distorsión formal y su colorido
intenso les hacen herederos directos de la primera generación expresionista.
Las raíces del expresionismo se encuentran en estilos como
el simbolismo y el postimpresionismo, así como en los Nabis y en artistas como
Paul Cézanne, Paul Gauguin y Vincent Van Gogh. Asimismo, tienen puntos de
contacto con el neoimpresionismo y el fauvismo por su experimentación con el
color. Los expresionistas recibieron numerosas influencias: en primer lugar la
del arte medieval, especialmente el gótico alemán. De signo religioso y
carácter trascendente, el arte medieval ponía énfasis en la expresión, no en
las formas: las figuras tenían poca corporeidad, perdiendo interés por la
realidad, las proporciones, la perspectiva. En cambio, acentuaba la expresión,
sobre todo en la mirada: los personajes se simbolizaban más que se
representaban. Así, los expresionistas se inspiraron en los principales
artistas del gótico alemán, desarrollado a través de dos escuelas
fundamentales: el estilo internacional (finales del siglo XIV-primera mitad del
XV), representado por Conrad Soest y Stefan Lochner; y el estilo flamenco
(segunda mitad del siglo XV), desarrollado por Konrad Witz, Martin Schongauer y
Hans Holbein el Viejo. También se inspiraron en la escultura gótica alemana,
que destacó por su gran expresividad, con nombres como Veit Stoss y Tilman
Riemenschneider. Otro punto de referencia fue Matthias Grünewald, pintor
tardomedieval que aunque conoció las innovaciones del Renacimiento siguió en
una línea personal, caracterizada por la intensidad emocional, una expresiva
distorsión formal y un intenso colorido incandescente, como en su obra maestra,
el Retablo de Isenheim.
Pero su mayor inspiración provino del postimpresionismo,
especialmente de la obra de tres artistas: Paul Cézanne, que comenzó un proceso
de desfragmentación de la realidad en formas geométricas que desembocó en el
cubismo, reduciendo las formas a cilindros, conos y esferas, y disolviendo el
volumen a partir de los puntos más esenciales de la composición. Colocaba el
color por capas, imbricando unos colores con otros, sin necesidad de líneas,
trabajando con manchas. No utilizaba la perspectiva, sino que la superposición
de tonos cálidos y fríos daban sensación de profundidad. En segundo lugar Paul
Gauguin, que aportó una nueva concepción entre el plano pictórico y la
profundidad del cuadro, a través de colores planos y arbitrarios, que tienen un
valor simbólico y decorativo, con escenas de difícil clasificación, situadas
entre la realidad y un mundo onírico y mágico. Su estancia en Tahití provocó
que su obra derivase a un cierto primitivismo, con influencia del arte
oceánico, reflejando el mundo interior del artista en vez de imitar la
realidad. Por último, Vincent Van Gogh elaboraba su obra según criterios de
exaltación anímica, caracterizándose por la falta de perspectiva, la
inestabilidad de los objetos y colores, que rozan la arbitrariedad, sin imitar
la realidad, sino que provienen del interior del artista. Debido a su frágil
salud mental sus obras son reflejo de su estado de ánimo, depresivo y
torturado, lo que se refleja en obras de pinceladas sinuosas y colores
violentos.
En última instancia cabe remarcar la influencia de dos
artistas que los expresionistas consideraron como precedentes inmediatos: el
noruego Edvard Munch, influido en sus inicios por el impresionismo y el
simbolismo, pronto derivó hacia un estilo personal que sería fiel reflejo de su
interior obsesivo y torturado, con escenas de ambiente opresivo y enigmático
–centradas en el sexo, la enfermedad y la muerte–, caracterizadas por la
sinuosidad de la composición y un colorido fuerte y arbitrario. Las imágenes
angustiosas y desesperadas de Munch –como en El grito (1893), paradigma de la
soledad y la incomunicación– fueron uno de los principales puntos de arranque
del expresionismo. Igual de influyente fue la obra del belga James Ensor, que
recogió la gran tradición artística de su país –en especial Brueghel–, con
preferencia por temas populares, traduciéndolo en escenas enigmáticas e
irreverentes, de carácter absurdo y burlesco, con un sentido del humor ácido y
corrosivo, centrado en figuras de vagabundos, borrachos, esqueletos, máscaras y
escenas de carnaval. Así, La entrada de Cristo a Bruselas representa la Pasión
de Jesús en medio de un desfile de carnaval, obra que causó un gran escándalo
en su momento.
La escultura expresionista no tuvo un sello estilístico
común, siendo el producto individual de varios artistas que reflejaron en su
obra o bien la temática o bien la distorsión formal propias del expresionismo.
Destacan especialmente tres nombres:
Ernst Barlach: inspirado en el arte popular ruso –tras un
viaje al país eslavo en 1906– y la escultura medieval alemana, así como en
Brueghel y El Bosco, sus obras tienen cierto aire caricaturesco, trabajando
mucho el volumen, la profundidad y la articulación del movimiento. Desarrolló
dos temáticas principales: lo popular (costumbres cotidianas, escenas
campesinas) y –sobre todo después de la guerra– el miedo, la angustia, el
terror. No imitaba la realidad, sino que creaba una realidad nueva, jugando con
las líneas quebradas y los ángulos, con anatomías distanciadas del naturalismo,
tendiendo a la geometrización. Trabajó preferentemente en madera y yeso, que en
ocasiones pasaba posteriormente al bronce. Entre sus obras destacan: El
fugitivo (1920-1925), El vengador (1922), La muerte en la vida (1926), El
flautista (1928), El bebedor (1933), Vieja friolera (1939), etc.
Wilhelm Lehmbruck: educado en París, su obra tiene un
marcado carácter clasicista, si bien deformado y estilizado, y con una fuerte
carga introspectiva y emocional. Durante su formación en Düsseldorf evolucionó
desde un naturalismo de corte sentimental, pasando por un dramatismo barroco
con influencia de Rodin, hasta un realismo influido por Meunier. En 1910 se
instaló en París, donde acusó la influencia de Maillol. Por último, tras un
viaje a Italia en 1912 comenzó una mayor geometrización y estilización de la
anatomía, con cierta influencia medieval en el alargamiento de sus figuras
(Mujer arrodillada, 1911; Joven de pie, 1913).
Käthe Kollwitz: esposa de un médico de un barrio pobre de
Berlín, conoció de cerca la miseria humana, hecho que la marcó profundamente.
Socialista y feminista, su obra tiene un marcado componente de reivindicación
social, con esculturas, litografías y aguafuertes que destacan por su crudeza:
La revuelta de los tejedores (1907-1908), La guerra de los campesinos
(1902-1908), Homenaje a Karl Liebknecht (1919-1920).
Los miembros de Die Brücke (Kirchner, Heckel,
Schmidt-Rottluff) también practicaron la escultura, ya que su experimentación
con la xilografía les permitió fácilmente pasar a la talla de madera, material
que les resultaba muy conveniente para su expresión intimista de la realidad,
ya que la tosquedad y el aspecto irregular de ese material, su aspecto bruto e
inacabado, incluso primitivo, suponían la perfecta expresión de su concepto del
ser humano y la naturaleza. Se percibe en estas obras la influencia del arte
africano y oceánico, del que alababan su simplicidad y su aspecto totémico, que
trasciende el arte para ser objeto de comunicación trascendental.
En la década de 1920, la escultura derivó hacia la
abstracción, siguiendo el rumbo de las últimas obras de Lehmbruck, de marcada
estilización geométrica tendente a la abstracción. Así, la obra de escultores
como Rudolf Belling, Oskar Schlemmer y Otto Freundlich se caracterizó por el
abandono de la figuración en aras de una liberación formal y temática de la
escultura. Sin embargo, perduró un cierto clasicismo, influido por Maillol, en
la obra de Georg Kolbe, dedicado especialmente al desnudo, con figuras
dinámicas, en movimientos rítmicos cercanos al ballet, con una actitud
vitalista, alegre y saludable que fue bien recibida por los nazis. Su obra más
famosa fue La Mañana, expuesta en el Pabellón de Alemania construido por Ludwig
Mies van der Rohe para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929.
Gerhard Marcks realizó una obra igualmente figurativa, pero más estática y de
temática más expresiva y compleja, con figuras de aspecto arcaico, inspiradas
en las tallas medievales. Ewald Mataré se dedicó principalmente a los animales,
de formas casi abstractas, siguiendo el camino iniciado por Marc en Der Blaue
Reiter. Otros escultores expresionistas fueron Bernhard Hoetger, Ernst
Oldenburg y Renée Sintenis, mientras que fuera de Alemania cabría citar al
francés Antoine Bourdelle, el británico Jacob Epstein, el croata Ivan
Meštrović, el español Victorio Macho, el holandés Lambertus Zijl, el polaco August
Zamoyski y el finlandés Wäinö Aaltonen.
Se denomina Escuela de París a un grupo heterodoxo de
artistas que trabajaron en París en el período de entreguerras (1905-1940),
vinculados a diversos estilos artísticos como el postimpresionismo, el
expresionismo, el cubismo y el surrealismo. El término engloba a una gran
variedad de artistas, tanto franceses como extranjeros que residían en la
capital francesa en el intervalo entre las dos guerras mundiales. En aquella
época la ciudad del Sena era un fértil centro de creación y difusión artística,
tanto por su ambiente político, cultural y económico, como por ser el origen de
diversos movimientos de vanguardia como el fauvismo y el cubismo, y lugar de
residencia de grandes maestros como Picasso, Braque, Matisse, Léger, etc.
También era un remarcable centro de coleccionismo y de galerías de arte. La
mayoría de artistas residía en los barrios de Montmartre y Montparnasse, y se
caracterizaba por su vida mísera y bohemia.
En la Escuela de París se dio una gran diversidad
estilística, si bien la mayoría estuvieron vinculados en mayor o menor medida
al expresionismo, aunque interpretado de forma personal y heterodoxa: artistas
como Amedeo Modigliani, Chaïm Soutine, Jules Pascin y Maurice Utrillo fueron
conocidos como “les maudits” (los malditos), por su arte bohemio y torturado,
reflejo de un ambiente noctámbulo, miserable y desesperado. En cambio, Marc
Chagall representa un expresionismo más vitalista, más dinámico y colorista,
sintetizando su iconografía rusa natal con el colorido fauvista y el espacio
cubista.
Minimalismo
El minimalismo es un movimiento
que surge a mediados de los años 60 en Estados Unidos como una reacción contra
el subjetivismo y el emocionalismo del expresionismo abstracto. Es una
corriente estética derivada de la reacción al arte pop. Los características
principales son: la máxima inmediatez subrayando la importancia del todo sobre
las partes- superficies inmaculadas, los colores puros, las formas simples y
geométricas realizadas con precisión mecánica, la utilización de materiales
industriales de la manera más neutral posible de modo que no se alteren sus
calidades visuales, el sentido de la individualidad de la obra de arte, la
privacidad, una conversación conceptual entre el artista, el espacio
circundante y el espectador. Así como la importancia del entorno como algo
esencial para la comprensión y la vida de la obra.
Los creadores minimalistas
reducen al máximo los elementos propios del arte, los volúmenes y formas en
escultura. Es decir, intentan condensar en escasos elementos sus principios
artísticos y reflexiones.
El arte minimalista no cumple una
función ideológica, no cumple una función utilitaria, no es expresionismo
porque no busca la transmisión de ningún mensaje. Es la forma más pura de arte:
EL ARTE POR EL ARTE, MENOS ES
MÁS.
Expresar lo más posible
utilizando el menor número de elementos. Depurar la obra hasta su esencia
misma. Es un arte simple, pulcro, blanco, recto, tranquilo.
En escultura, el Minimal Art se concretó en formas geométricas simples
que no representaban ninguna imagen. Los escultores minimalistas encargaban sus
obras a industriales y trataban de no participar en el proceso para que en la
pieza no hubiera «ningún rastro de humanidad».
La obra de los minimalistas podía
captarse en su totalidad de una sola vez y de forma inmediata. Su propia
presencia era todo lo que había que ver en los objetos. Cualquiera podría
entenderlos a primera vista.
Características:
- Obras tridimensionales
- Con partes idénticas y repetidas
- Superficies monócromas y neutras
- Materiales industriales (aluminio, PVC)
El espacio real es tan importante
como el espacio representado (la obra en sí). Las obras y el entorno
interactúan generando así un todo artístico y real donde el espectador se
envuelve y forma parte de él, cambiando así el concepto de obra contemplativa y
rompiendo al mismo tiempo con el sentido de interpretación tradicional.
Esculturas minimalistas españolas:
Manuel Espiri.
José Ponte
Sergi Aguilar
Surrealismo
El surrealismo es un movimiento artístico y literario
surgido en Francia a partir del dadaísmo, en la década de los años 1920, en
torno a la personalidad del poeta André Breton.
Los surrealistas señalaron como precedentes de la empresa
surrealista a varios pensadores y artistas, como el pensador presocrático
Heráclito, el Marqués de Sade y Charles Fourier, entre otros. En la pintura, el
precedente más notable es Hieronymus Bosch "el Bosco", que en los
siglos XV y XVI creó obras como "El jardín de las delicias" o
"El carro de heno". El surrealismo retoma estos elementos y ofrece
una formulación sistemática de los mismos. Sin embargo su precedente más inmediato
es el dadaísmo, corriente de la que retoma diferentes aspectos.
En el año 1924 Breton escribe el primer Manifiesto
Surrealista y en este incluye lo siguiente:
Indica muy mala fe discutirnos el derecho a emplear la
palabra surrealismo, en el sentido particular que nosotros le damos, ya que
nadie puede dudar de que esta palabra no tuvo fortuna, antes de que nosotros
nos sirviéramos de ella. Voy a definirla de una vez para siempre:
Surrealismo: "sustantivo, masculino. Automatismo
psíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o
de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado
del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda
preocupación estética o moral."
Filosofía: "El surrealismo se basa en la creencia de
una realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la
aparición del mismo, y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir
definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos, y a sustituirlos por
la resolución de los principales problemas de la vida.
Han hecho profesión de fe de Surrealismo Absoluto, los
siguientes señores: Aragon, Baron, Boiffard, Breton, Carrive, Crevel, Delteil,
Desnos, Eluard, Gerard, Limbour, Malkine, Morise, Naville, Noll, Peret, Picon,
Soupault, Vitrac."
Tal fue la definición del término dada por los propios
Breton y Soupault en el primer Manifiesto Surrealista fechado en 1924. Surgió
por tanto como un movimiento poético, en el que pintura y escultura se conciben
como consecuencias plásticas de la poesía.
El surrealismo tomó del dadaísmo algunas técnicas de
fotografía y cinematografía así como la fabricación de objetos. Extendieron el
principio del collage (el "objeto encontrado") al ensamblaje de
objetos incongruentes, como en los poemas visibles de Max Ernst. Este último
inventó el frottage (dibujos compuestos por el roce de superficies rugosas
contra el papel o el lienzo) y lo aplicó en grandes obras como Historia
Natural, pintada en París en 1926.
Otra de las nuevas actividades creadas por el surrealismo
fue la llamada cadáver exquisito, en la cual varios artistas dibujaban las
distintas partes de una figura o de un texto sin ver lo que el anterior había
hecho pasándose el papel doblado. Las criaturas resultantes pudieron servir de
inspiración a Miró.
El surrealismo penetró la actividad de muchos artistas
europeos y americanos en distintas épocas. Pablo Picasso se alió con el
movimiento surrealista en 1925; Breton declaraba este acercamiento de Picasso
calificándolo de «...surrealista dentro del cubismo...». Se consideran
surrealistas las obras del período Dinard (1928-1930), en que Picasso combina
lo monstruoso y lo sublime en la composición de figuras medio máquinas medio
monstruos de aspecto gigantesco y a veces terrorífico. Esta monumentalidad
surrealista de Picasso puede ponerse en paralelo con la de Henry Moore y en la
poesía y el teatro con la de Fernando Arrabal.
En España el surrealismo aparece en torno a los años veinte
no en su vertiente puramente vanguardista sino mezclado con acentos simbolistas
y de la pintura popular. Además de Joan Miró y Salvador Dalí, el surrealismo
español lo componen Maruja Mallo, Gregorio Prieto, José Moreno Villa, Benjamín
Palencia y José Caballero, además de los neocubistas que se pasan al
surrealismo (Alberto Sánchez y Ángel Ferrant).
Hubo un importante núcleo surrealista en las Islas Canarias,
agrupado en torno a la Gaceta de Arte de Eduardo Westerdahl, del que un grupo
de poetas invitaron a André Bretón a venir en 1935; allí compuso este el poema
Le chateau etoilé y otras obras. Los máximos representantes de la pintura
surrealista en el archipiélago fueron Óscar Domínguez, Juan Ismael y el propio
Westerdahl.
Al principio el surrealismo era un movimiento
fundamentalmente literario, y hasta un poco más tarde no produciría grandes
resultados en las artes plásticas. Surge un concepto fundamental, el
automatismo, basado en una suerte de dictado mágico, procedente del
inconsciente, gracias al cual surgían poemas, ensayos, etc., y que más tarde
sería recogido por pintores y escultores.
La primera exposición surrealista se celebró en la Galerie
Pierre de París en 1925, y en ella, además de Jean Arp, Giorgio de Chirico y
Max Ernst, participaron artistas como André Masson, Picasso, Man Ray, Pierre
Roy, P. Klee y Joan Miró, que posteriormente se separarían del movimiento o se
mantendrían unidos a él adoptando únicamente algunos de sus principios. A ellos
se adhirieron Yves Tanguy, René Magritte, Salvador Dalí y Alberto Giacometti.9
La rebelión del surrealismo contra la tradición cultural
burguesa y el orden moral establecido tuvo su cariz político, y un sector del
surrealismo, que no consideraba suficientes los tumultos de sus manifestaciones
culturales, se afilió al Partido Comunista Francés. Sin embargo, nacieron violentas
discrepancias en el seno del grupo a propósito del debate sobre la relación
entre arte y política; se sucedieron manifiestos contradictorios y el
movimiento tendió a disgregarse. Es significativo, a este respecto, que la
revista «La révolution surréaliste» pase a llamarse, desde 1930, «Le
surréalisme au service de la révolution». En los años 1930, el movimiento se
extendió más allá de las fronteras francesas. Se celebró en 1938 en París la
Exposición Surrealista Internacional.
La segunda guerra mundial paralizó toda actividad en Europa.
Ello motivó que Breton, como muchos otros artistas, marchase a los EE. UU. Allí
surgió una asociación de pintores surrealistas alemanes y franceses que se
reunió en torno a la revista VVV. Estos surrealistas emigrados a EE. UU.
influyeron en el arte estadounidense, en particular en el desarrollo del
expresionismo abstracto en los años 1940. Cuando Breton regresó a Europa en
1946 el movimiento estaba ya definitivamente deteriorado.
Entre los artistas plásticos se manifiesta una dualidad en
la interpretación del surrealismo: los surrealistas abstractos, que se decantan
por la aplicación del automatismo puro, como André Masson o Joan Miró, e
inventan universos figurativos propios; y los surrealistas figurativos, interesados
por la vía onírica, entre ellos René Magritte, Paul Delvaux, o Salvador Dalí,
que se sirven de un realismo minucioso y de medios técnicos tradicionales, pero
que se apartan de la pintura tradicional por la inusitada asociación de objetos
y las monstruosas deformaciones, así como por la atmósfera onírica y delirante
que se desprende de sus obras. Max Ernst es uno de los pocos surrealistas que
se mueve entre las dos vías. La obra de Ernst ha influido particularmente en un
epígono tardío del surrealismo en Alemania que es Stefan von Reiswitz.
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