Este blog está destinado para la asignatura de Expresión Plástica del Grado de Educación Infantil de la Universidad de Sevilla. Con él queremos transmitiros los conocimientos que hemos adquirido sobre la escultura contemporánea. Esperemos que os guste :)

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Antonio López García



Antonio López García (Tomelloso, Ciudad Real, 6 de enero de 1936) es un pintor y escultor español.
Es el mayor de cuatro hermanos. Sus padres eran labradores acomodados de la localidad castellano manchega de Tomelloso y su casa estaba situada en la calle Domecq. Su temprana vocación por el dibujo, así como la influencia de su tío, el pintor Antonio López Torres, conformaron su decisión de dedicarse a la pintura.

En 1949 se trasladó a Madrid para preparar su ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde coincidió con diversos artistas como Enrique Gran, Amalia Avia, y Lucio Muñoz, con los que conformó lo que se ha venido a llamar Escuela madrileña. Permaneció en la academia entre 1950 y 1955. En 1955, y gracias a una beca, viajó a Italia, donde conoció de primera mano la pintura italiana del Renacimiento. Sufrió así una pequeña decepción al contemplar en vivo las obras maestras que sólo conocía por reproducciones, y que hasta ese momento veneraba. Comenzó a revalorizar la pintura clásica española, que tan bien conocía, gracias a las frecuentes visitas al Museo del Prado, especialmente Diego Velázquez.

Tras terminar los estudios realizó sus primeras exposiciones individuales, en 1957 y 1961 en Madrid, mientras trabajaba tanto en esta ciudad como en la localidad que le vio nacer. En 1961 se unió en matrimonio a la también pintora María Moreno, unión de la que nacieron dos hijas: María en 1962 y Carmen en 1965. Desde este último año y hasta 1969 fue profesor encargado de la Cátedra de preparatorio de colorido en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.
En 1990 el director de cine Víctor Erice filmó El sol del membrillo, filme en el que se recoge el proceso creativo del artista mientras pinta un membrillero del patio de su casa. En enero de 1993 fue nombrado miembro de número de la madrileña Real Academia de San Fernando y en ese mismo año, el Museo Reina Sofía le dedicó una exposición antológica.
En 2008, el Museo de Bellas Artes de Boston le dedicó una exposición monográfica. Además, su obra Madrid desde Torres Blancas alcanzó en una subasta de Christie's de Londres el 1.918.000 €, la mayor cantidad pagada hasta ese momento por una obra de un artista español vivo.
En 2011 el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo de Bellas Artes de Bilbao le dedicaron sendas exposiciones temporales con obras de todas sus etapas, aunque mayoritariamente de su última producción.
Sus cuadros se desarrollan a lo largo de varios años, décadas en ocasiones, con una plasmación lenta, meditada, destilando con cada pincelada la esencia del objeto o paisaje, hasta que el artista consigue plasmar la esencia del mismo en el lienzo.

El pintor busca entre la realidad que le rodea aquellos aspectos cotidianos, que él recoge con un tratamiento pleno de detallismo, rozando lo fotográfico. Sus preferencias van desde las vistas de Madrid hasta los retratos de sus familiares, pasando por los objetos más cotidianos y cercanos.
A lo largo de la mayor parte de su carrera artística, Antonio López ha desarrollado una obra independiente, en medio de un panorama artístico estructurado en base al informalismo y la abstracción. Tampoco parece tarea fácil vincular la obra de López con las tendencias realistas europeas más recientes, o con el hiperrealismo americano.
La obra de Salvador Dalí ejerció en él una destacada influencia, tomando el gusto acusado por la realidad y el predominio del dibujo sobre la pintura. A partir de 1957, su obra presentará cierto aire surrealista. Las figuras y objetos que aparecen en sus cuadros flotan en el espacio, son imágenes sacadas de contexto que se relacionan de forma conflictiva.

Entre sus esculturas más destacadas podemos encontrar:

Antonio y Mari, 1967-1968. Madera policromada. Es uno de los escasísimos autorretratos de Antonio López, representado aquí con su esposa. Relacionados con los retratos de parejas que el artista pintó en los años cincuenta, estos dos bustos tallados en madera y pintados (con los ojos de cristal) nos remiten a la tradición del doble retrato escultórico de carácter funerario de la antigüedad.

Figura de mujer. Eva, 2010. Cera blanca y escayola. 67 x 53 x 25 cm. (Colección del artista). Concebida inicialmente como parte de un grupo de la Creación de Adán y Eva, esta figura surge de la tierra y alza la cabeza hacia el cielo, en dirección a Levante, para saludar al sol naciente en una actitud de adoración, casi extática.

Hombre tumbado, 2011. Bronce. 184,5 x 25,5 x 81,5 cm (Colección del artista). Antonio López insiste en que no se trata de un Cristo muerto, sino de un Hombre vivo, como indican las abultadas venas del cuello, los músculos marcados y tantos indicios de tensión en esta obra intensamente expresionista.


Composición con cabezas, 1996-2011. Escayola, cera, barro, bronce, piedra, oro y plata. Medidas variables. (Colección del artista). La cabeza como objeto escultórico tiene una larga historia que culminó en el siglo veinte en la obra de Brancusi. Para la exposición en el Thyssen, Antonio y su hija María han compuesto esta mesa con las innumerables cabezas de sus nietos en distintos formatos y materiales.


Carmen dormida (La Noche), 2007. Bronce 243 x 200 x 228 cm. Toda la escultura reciente de Antonio López parece irradiar un aura espiritual. Al agigantar una de las cabezas de sus nietos (en este caso, de su nieta Carmen), esta se convierte en una divinidad misteriosa, comparada a veces con un Buda en reposo o con un dios olmeca.
 


Hombre y mujer, realizada entre 1968 y 1994, en madera de abedul y cristal. Para realizar esta obra utilizó técnicas como la talla, el modelado, el ensamblaje, el encolado o la policromía. Sus dimensiones son: Figura masculina: 195 x 59 x 46 cm / Figura femenina: 169 x 42 x 38 cm

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