En 1891 la familia se traslada a La Coruña, ya que a su padre le ofrecen trabajo como profesor en un instituto de allí. Pablo inicia sus ensayos pictóricos, y tres años más tarde su padre y primer maestro le cede sus propios pinceles y caballetes, admirado ante el talento de su hijo. En 1895, Ruiz Blasco obtiene un puesto docente en la Escola d'Arts i Oficis de la Llotja de Barcelona. Un año más tarde, con solo quince años, instala su primer taller en la calle de la Plata de la Ciudad Condal.
Dos años más tarde, obtiene
una mención honorífica en la gran exposición de Madrid por su obra Ciencia
y caridad, todavía de un realismo académico, en la que el padre ha servido
de modelo para la figura de un médico. La distinción lo estimula a rendir
oposición al curso adelantado en la Academia de San Fernando, mientras sus
trabajos, influenciados por El Greco y Toulouse-Lautrec, obtienen nuevas
medallas en Madrid y Málaga.
En 1898 realiza su primera
muestra individual en Els Quatre Gats de Barcelona. Finalmente, en el otoño del
año 1900 hace una visita a París para ver la Exposición Universal. Allí vende
tres dibujos al marchante Petrus Mañach, quien le ofrece 150 francos mensuales
por toda su obra de un año. Pablo es ya un artista profesional, y decide firmar
sólo con el apellido materno. En 1901 coedita en Madrid la efímera revista Arte
Joven, y en marzo viaja nuevamente a París, donde conoce a Max Jacob y comienza
lo que luego se llamará su «período azul». Al año siguiente expone su primera
muestra parisiense en la galería de Berthe Weill, y en 1904 decide trasladarse
definitivamente a la capital francesa.
Las
primeras esculturas de Picasso coinciden con su periodo azul, estando
emparentadas a la vez con las obras de Rodin y Gauguin y Medardo Rosso, para ir
inclinándose de manera creciente, a la vez que iba sentando las bases para la
invención del cubismo, por el arte primitivo oceánico y africano. Este
voluntario arcaísmo será sustituido ya en la época cubista por obras de factura
tosca, con perfiles sin desbastar, ejemplificadas por el bronce "Cabeza de
mujer" de 1909, en las que asume postulados futuristas dentro de una
concepción puramente cubista. El siguiente paso será, ya inmerso en el cubismo
sintético, la creación de ensamblajes de diversos materiales (cartón, cordeles, agujas, telas) en los que
el motivo principal de la obra son guitarras.
En
1914 crea "Vaso de absenta", obra en la que fusiona elementos
cotidianos como una cucharilla con el bronce, la arena y la pintura, jugando
con los efectos de la transparencia, el interior y el exterior, renunciando sin
embargo a una interpretación realista. Es ésta la época en la que también
realiza bodegones y construcciones en los que une pintura y escultura, usando
maderas, cuerdas y láminas de metal para reconstruir los objetos de una manera
plena de libertad e imaginación, en lo que consiste una exploración de las
capacidades tridimensionales del cubismo que la llegada del clasicismo a su
obra plástica no podrá detener y que se manifiesta en la voluntad cubista de
los maniquíes animados que realiza en 1917 para el ballet "Parade".
La
voluntad picassiana de experimentación escultórica llegará a la cumbre en la
década de los años 20 y 30 a través de las esculturas de alambre de 1928 y las
deformaciones biomórficas que desde finales de los 20 realiza, todo ello con
una estética surrealista, manteniendo en numerosas ocasiones la técnica del
ensamblaje y en otras consiguiendo auténticos objetos-poemas en los que
aglutina materiales diversos e incluye arpilleras, arena, hojas de plantas e
incluso mariposas. La voracidad creadora de Picasso se encuentra en su apogeo.
La
deformación de las figuras, la distorsión de los cuerpos y de los rasgos, la
belleza convulsa, protagonizan la escultura picassiana de estas décadas, en las
que hay momentáneas concesiones al clasicismo como "Figura" , de
1933, que sin embargo son simultáneamente sometidas a una manipulación que
altera las formas para afirmar el triunfo del surrealismo sobre la serenidad
clásica. Es el surrealismo quien facilita a Picasso el uso de los "objets
trouvées" cuyo resultado más conocido es "Cabeza de toro", de
1942, en la que Picasso se limita a unir un manillar y un sillín de bicicleta
para obtener una imagen de asombrosa sencillez a la vez que contundente. No hay
material que Pablo desista de usar, ni forma, por imposible o chocante que
resulta, que no se atreva a convertir en escultura.
Durante
la ocupación alemana Pablo aprovecha la amplitud de su estudio de la rue des
Grands-Augustin para realizar esculturas de gran formato, la más conocida de
las cuales es "El hombre del cordero", de 1943, más entroncada con la
escultura arcaica griega, e incluso con el arte paleocristiano, que con el
surrealismo. La textura rugosa, las formas rudimentarias, son las que
predominan en los años de la Segunda Guerra Mundial. Habrá que esperar a la
década de 1950 para que Picasso retome los ensamblajes en los que une
materiales de desecho con el modelado. Así utiliza un patinete sin ruedas para
convertirlo en un pájaro, incluye hojas de palmera para reproducir a una mujer
embarazada, incluye una cesta en el vientre de una cabra o utiliza un coche de
juguete como cabeza de un simio, en su obra “la mona y su cría”. A la vez
retoma de sus experimentos cubistas la utilización de pintura sobre la
superficie de las esculturas para conseguir otra serie de obras que vuelven a
ser, como todas las anteriores, magistrales.
Retomando
ideas cuyo embrión se sitúa en los años 30 y 40, a partir de inicios de los 60
emprende la realización de esculturas plegables de chapa metálica en las que la
pintura aplicada sobre el metal tiene tanta importancia como la escultura en
sí. Son rostros de afilados perfiles, pero también maternidades, animales,
figuras en movimiento, imágenes, algunas de ellas llevadas después a
dimensiones monumentales, que denotan un vitalismo insospechado en un anciano a
cuya voracidad insaciable nada escapó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario