Este blog está destinado para la asignatura de Expresión Plástica del Grado de Educación Infantil de la Universidad de Sevilla. Con él queremos transmitiros los conocimientos que hemos adquirido sobre la escultura contemporánea. Esperemos que os guste :)

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Pablo Picasso


Pablo Diego José Ruiz Picasso, conocido luego por su segundo apellido, nació el 25 de octubre de 1881en Málaga, como primogénito del matrimonio formado por el pintor vasco José Ruiz Blasco y la andaluza María Picasso López. El padre era profesor de dibujo en la Escuela Provincial de Artes y Oficio. La primera infancia de Pablo transcurrió entre las dificultades económicas de la familia y una estrecha relación entre padre e hijo, que ambos cultivaban con devoción. El niño era un escolar discreto, bastante perezoso y muy distraído, pero con precoz facilidad para el dibujo, que su padre estimulaba.

En 1891 la familia se traslada a La Coruña, ya que a su padre le ofrecen trabajo como profesor en un instituto de allí. Pablo inicia sus ensayos pictóricos, y tres años más tarde su padre y primer maestro le cede sus propios pinceles y caballetes, admirado ante el talento de su hijo. En 1895, Ruiz Blasco obtiene un puesto docente en la Escola d'Arts i Oficis de la Llotja de Barcelona. Un año más tarde, con solo quince años, instala su primer taller en la calle de la Plata de la Ciudad Condal.

Dos años más tarde, obtiene una mención honorífica en la gran exposición de Madrid por su obra Ciencia y caridad, todavía de un realismo académico, en la que el padre ha servido de modelo para la figura de un médico. La distinción lo estimula a rendir oposición al curso adelantado en la Academia de San Fernando, mientras sus trabajos, influenciados por El Greco y Toulouse-Lautrec, obtienen nuevas medallas en Madrid y Málaga.

En 1898 realiza su primera muestra individual en Els Quatre Gats de Barcelona. Finalmente, en el otoño del año 1900 hace una visita a París para ver la Exposición Universal. Allí vende tres dibujos al marchante Petrus Mañach, quien le ofrece 150 francos mensuales por toda su obra de un año. Pablo es ya un artista profesional, y decide firmar sólo con el apellido materno. En 1901 coedita en Madrid la efímera revista Arte Joven, y en marzo viaja nuevamente a París, donde conoce a Max Jacob y comienza lo que luego se llamará su «período azul». Al año siguiente expone su primera muestra parisiense en la galería de Berthe Weill, y en 1904 decide trasladarse definitivamente a la capital francesa.

Las primeras esculturas de Picasso coinciden con su periodo azul, estando emparentadas a la vez con las obras de Rodin y Gauguin y Medardo Rosso, para ir inclinándose de manera creciente, a la vez que iba sentando las bases para la invención del cubismo, por el arte primitivo oceánico y africano. Este voluntario arcaísmo será sustituido ya en la época cubista por obras de factura tosca, con perfiles sin desbastar, ejemplificadas por el bronce "Cabeza de mujer" de 1909, en las que asume postulados futuristas dentro de una concepción puramente cubista. El siguiente paso será, ya inmerso en el cubismo sintético, la creación de ensamblajes de diversos materiales  (cartón, cordeles, agujas, telas) en los que el motivo principal de la obra son guitarras.

En 1914 crea "Vaso de absenta", obra en la que fusiona elementos cotidianos como una cucharilla con el bronce, la arena y la pintura, jugando con los efectos de la transparencia, el interior y el exterior, renunciando sin embargo a una interpretación realista. Es ésta la época en la que también realiza bodegones y construcciones en los que une pintura y escultura, usando maderas, cuerdas y láminas de metal para reconstruir los objetos de una manera plena de libertad e imaginación, en lo que consiste una exploración de las capacidades tridimensionales del cubismo que la llegada del clasicismo a su obra plástica no podrá detener y que se manifiesta en la voluntad cubista de los maniquíes animados que realiza en 1917 para el ballet "Parade".

La voluntad picassiana de experimentación escultórica llegará a la cumbre en la década de los años 20 y 30 a través de las esculturas de alambre de 1928 y las deformaciones biomórficas que desde finales de los 20 realiza, todo ello con una estética surrealista, manteniendo en numerosas ocasiones la técnica del ensamblaje y en otras consiguiendo auténticos objetos-poemas en los que aglutina materiales diversos e incluye arpilleras, arena, hojas de plantas e incluso mariposas. La voracidad creadora de Picasso se encuentra en su apogeo.

La deformación de las figuras, la distorsión de los cuerpos y de los rasgos, la belleza convulsa, protagonizan la escultura picassiana de estas décadas, en las que hay momentáneas concesiones al clasicismo como "Figura" , de 1933, que sin embargo son simultáneamente sometidas a una manipulación que altera las formas para afirmar el triunfo del surrealismo sobre la serenidad clásica. Es el surrealismo quien facilita a Picasso el uso de los "objets trouvées" cuyo resultado más conocido es "Cabeza de toro", de 1942, en la que Picasso se limita a unir un manillar y un sillín de bicicleta para obtener una imagen de asombrosa sencillez a la vez que contundente. No hay material que Pablo desista de usar, ni forma, por imposible o chocante que resulta, que no se atreva a convertir en escultura.

Durante la ocupación alemana Pablo aprovecha la amplitud de su estudio de la rue des Grands-Augustin para realizar esculturas de gran formato, la más conocida de las cuales es "El hombre del cordero", de 1943, más entroncada con la escultura arcaica griega, e incluso con el arte paleocristiano, que con el surrealismo. La textura rugosa, las formas rudimentarias, son las que predominan en los años de la Segunda Guerra Mundial. Habrá que esperar a la década de 1950 para que Picasso retome los ensamblajes en los que une materiales de desecho con el modelado. Así utiliza un patinete sin ruedas para convertirlo en un pájaro, incluye hojas de palmera para reproducir a una mujer embarazada, incluye una cesta en el vientre de una cabra o utiliza un coche de juguete como cabeza de un simio, en su obra “la mona y su cría”. A la vez retoma de sus experimentos cubistas la utilización de pintura sobre la superficie de las esculturas para conseguir otra serie de obras que vuelven a ser, como todas las anteriores, magistrales.

Retomando ideas cuyo embrión se sitúa en los años 30 y 40, a partir de inicios de los 60 emprende la realización de esculturas plegables de chapa metálica en las que la pintura aplicada sobre el metal tiene tanta importancia como la escultura en sí. Son rostros de afilados perfiles, pero también maternidades, animales, figuras en movimiento, imágenes, algunas de ellas llevadas después a dimensiones monumentales, que denotan un vitalismo insospechado en un anciano a cuya voracidad insaciable nada escapó.

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