Los surrealistas señalaron como precedentes de la empresa
surrealista a varios pensadores y artistas, como el pensador presocrático
Heráclito, el Marqués de Sade y Charles Fourier, entre otros. En la pintura, el
precedente más notable es Hieronymus Bosch "el Bosco", que en los
siglos XV y XVI creó obras como "El jardín de las delicias" o
"El carro de heno". El surrealismo retoma estos elementos y ofrece
una formulación sistemática de los mismos. Sin embargo su precedente más inmediato
es el dadaísmo, corriente de la que retoma diferentes aspectos.
En el año 1924 Breton escribe el primer Manifiesto
Surrealista y en este incluye lo siguiente:
Indica muy mala fe discutirnos el derecho a emplear la
palabra surrealismo, en el sentido particular que nosotros le damos, ya que
nadie puede dudar de que esta palabra no tuvo fortuna, antes de que nosotros
nos sirviéramos de ella. Voy a definirla de una vez para siempre:
Surrealismo: "sustantivo, masculino. Automatismo
psíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o
de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado
del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda
preocupación estética o moral."
Filosofía: "El surrealismo se basa en la creencia de
una realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la
aparición del mismo, y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir
definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos, y a sustituirlos por
la resolución de los principales problemas de la vida.
Han hecho profesión de fe de Surrealismo Absoluto, los
siguientes señores: Aragon, Baron, Boiffard, Breton, Carrive, Crevel, Delteil,
Desnos, Eluard, Gerard, Limbour, Malkine, Morise, Naville, Noll, Peret, Picon,
Soupault, Vitrac."
Tal fue la definición del término dada por los propios
Breton y Soupault en el primer Manifiesto Surrealista fechado en 1924. Surgió
por tanto como un movimiento poético, en el que pintura y escultura se conciben
como consecuencias plásticas de la poesía.
El surrealismo tomó del dadaísmo algunas técnicas de
fotografía y cinematografía así como la fabricación de objetos. Extendieron el
principio del collage (el "objeto encontrado") al ensamblaje de
objetos incongruentes, como en los poemas visibles de Max Ernst. Este último
inventó el frottage (dibujos compuestos por el roce de superficies rugosas
contra el papel o el lienzo) y lo aplicó en grandes obras como Historia
Natural, pintada en París en 1926.
Otra de las nuevas actividades creadas por el surrealismo
fue la llamada cadáver exquisito, en la cual varios artistas dibujaban las
distintas partes de una figura o de un texto sin ver lo que el anterior había
hecho pasándose el papel doblado. Las criaturas resultantes pudieron servir de
inspiración a Miró.
El surrealismo penetró la actividad de muchos artistas
europeos y americanos en distintas épocas. Pablo Picasso se alió con el
movimiento surrealista en 1925; Breton declaraba este acercamiento de Picasso
calificándolo de «...surrealista dentro del cubismo...». Se consideran
surrealistas las obras del período Dinard (1928-1930), en que Picasso combina
lo monstruoso y lo sublime en la composición de figuras medio máquinas medio
monstruos de aspecto gigantesco y a veces terrorífico. Esta monumentalidad
surrealista de Picasso puede ponerse en paralelo con la de Henry Moore y en la
poesía y el teatro con la de Fernando Arrabal.
En España el surrealismo aparece en torno a los años veinte
no en su vertiente puramente vanguardista sino mezclado con acentos simbolistas
y de la pintura popular. Además de Joan Miró y Salvador Dalí, el surrealismo
español lo componen Maruja Mallo, Gregorio Prieto, José Moreno Villa, Benjamín
Palencia y José Caballero, además de los neocubistas que se pasan al
surrealismo (Alberto Sánchez y Ángel Ferrant).
Hubo un importante núcleo surrealista en las Islas Canarias,
agrupado en torno a la Gaceta de Arte de Eduardo Westerdahl, del que un grupo
de poetas invitaron a André Bretón a venir en 1935; allí compuso este el poema
Le chateau etoilé y otras obras. Los máximos representantes de la pintura
surrealista en el archipiélago fueron Óscar Domínguez, Juan Ismael y el propio
Westerdahl.
Al principio el surrealismo era un movimiento
fundamentalmente literario, y hasta un poco más tarde no produciría grandes
resultados en las artes plásticas. Surge un concepto fundamental, el
automatismo, basado en una suerte de dictado mágico, procedente del
inconsciente, gracias al cual surgían poemas, ensayos, etc., y que más tarde
sería recogido por pintores y escultores.
La primera exposición surrealista se celebró en la Galerie
Pierre de París en 1925, y en ella, además de Jean Arp, Giorgio de Chirico y
Max Ernst, participaron artistas como André Masson, Picasso, Man Ray, Pierre
Roy, P. Klee y Joan Miró, que posteriormente se separarían del movimiento o se
mantendrían unidos a él adoptando únicamente algunos de sus principios. A ellos
se adhirieron Yves Tanguy, René Magritte, Salvador Dalí y Alberto Giacometti.9
La rebelión del surrealismo contra la tradición cultural
burguesa y el orden moral establecido tuvo su cariz político, y un sector del
surrealismo, que no consideraba suficientes los tumultos de sus manifestaciones
culturales, se afilió al Partido Comunista Francés. Sin embargo, nacieron violentas
discrepancias en el seno del grupo a propósito del debate sobre la relación
entre arte y política; se sucedieron manifiestos contradictorios y el
movimiento tendió a disgregarse. Es significativo, a este respecto, que la
revista «La révolution surréaliste» pase a llamarse, desde 1930, «Le
surréalisme au service de la révolution». En los años 1930, el movimiento se
extendió más allá de las fronteras francesas. Se celebró en 1938 en París la
Exposición Surrealista Internacional.
La segunda guerra mundial paralizó toda actividad en Europa.
Ello motivó que Breton, como muchos otros artistas, marchase a los EE. UU. Allí
surgió una asociación de pintores surrealistas alemanes y franceses que se
reunió en torno a la revista VVV. Estos surrealistas emigrados a EE. UU.
influyeron en el arte estadounidense, en particular en el desarrollo del
expresionismo abstracto en los años 1940. Cuando Breton regresó a Europa en
1946 el movimiento estaba ya definitivamente deteriorado.
Entre los artistas plásticos se manifiesta una dualidad en
la interpretación del surrealismo: los surrealistas abstractos, que se decantan
por la aplicación del automatismo puro, como André Masson o Joan Miró, e
inventan universos figurativos propios; y los surrealistas figurativos, interesados
por la vía onírica, entre ellos René Magritte, Paul Delvaux, o Salvador Dalí,
que se sirven de un realismo minucioso y de medios técnicos tradicionales, pero
que se apartan de la pintura tradicional por la inusitada asociación de objetos
y las monstruosas deformaciones, así como por la atmósfera onírica y delirante
que se desprende de sus obras. Max Ernst es uno de los pocos surrealistas que
se mueve entre las dos vías. La obra de Ernst ha influido particularmente en un
epígono tardío del surrealismo en Alemania que es Stefan von Reiswitz.
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