Ricardo
Aparicio Gago es un pintor y escultor español. Nace en Zamora en 1949. A los
dos años se traslada con sus padres a Langreo, Asturias, donde vive hasta los
diecisiete años. A mediados de los sesenta se traslada a Mallorca. Palma de
Mallorca, Paquera, y Alaró son lugares en los que reside hasta su llegada a
Sineu, pueblo en el que finalmente se establece.
En
los años setenta se inicia en la artesanía, eligiendo el barro como medio de
trabajo. El paisaje mallorquín le inspira, creando unas pequeñas reproducciones
de sus casas, molinos, folklore y paisajes.
Su
afición desde niño a la pintura lo hace ponerse en contacto con Joaquín Torrens
Lladó con el fin de ingresar en la Escuela Libre del Mediterráneo, en el
palacio de Verm. Estudia todas las técnicas impartidas por su profesor, así
como la iniciación al modelado. Durante cinco años combina su trabajo de
artesano con su aprendizaje artístico.
En
el año 1996 conoce al pintor y escultor José María Aguilar, con él vuelve
al modelado. Primeramente son unas figuritas representando las escenas
cotidianas del campo, que junto a alguna pieza de cerámica también de su
creación, y las miniaturas de las edificaciones rurales mallorquinas, empieza a
vender los miércoles en el mercado de Sineu.
Sus
obras tienen mucha fuerza y color, sus pinturas encierran cierto misterio,
tienen magia. La mujer es su centro, su fuente de inspiración. El Mediterráneo
está siempre presente. En buena parte de su obra representa a Sineu, el pueblo
que lo acogió. Sus rincones más hermosos están inmortalizados en sus lienzos y
las mujeres más bellas en sus bronces y barros.
La
obra de Ricardo Gago se expone en Sineu en una mensión conocida con el nombre
de Can Gili, una joya arquitectónica del siglo XIII. La casa, donde también se
encuentra el taller de Ricardo, está situada en una de las calles más hermosas
del pueblo. Can Gili, donde se han hallado importantes restos arqueológicos,
posee una sala con pinturas góticas y abundantes graffítis. En su tiempo fue un
palacete. Toma el nombre de los propietarios que la habitaron hacia el siglo
XV.
El
emplazamiento es único, tanto por sus cualidades arquitectónicas como por su
interés histórico y arqueológico. La relación que se establece entre la casa y
la obra de Ricardo es especial. Aunque cualquiera de ellas sería digna de
conocerse por sí misma, en este caso se unen para crear el sello de identidad
de uno de nuestros mejores artistas.
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