El cubismo se
caracteriza, además de por plasmar de manera simultánea un mismo objeto desde
diferentes ángulos, por el empleo de figuras geométricas como triángulos,
cuadrados, rectángulos y cubos. Es de esta última figura de donde proviene el nombre del movimiento.
En
cierto sentido el cubismo es el movimiento más significativo y transcendente de
la historia de la pintura occidental desde el Renacimiento, por lo que tiene de
ruptura con la estética clásica, el concepto de belleza y las nuevas formas de
observar la naturaleza. Su visión es tan radicalmente distinta que conmocionó a
todo el mundo del arte. A partir del cubismo, los conceptos de arte y belleza cambian por completo, nada se
podrá hacer igual, y las obras anteriores se mirarán de otra forma.
Normalmente
se considera que la fecha de inicio de este movimiento fue en 1907 con el
cuadro de Las señoritas de Avignon
de Pablo Picasso. Picasso fue, junto a Georges Braque, el artífice de esta corriente que tuvo como centro
principal París.
La escultura tiene
la misma estética y los mismos objetivos que la pintura, pero trabaja en tres
dimensiones. Sus esculturas se caracterizan por la intersección de planos y
volúmenes, y la descomposición de las formas. El cubismo descubre el hueco como elemento escultórico, tanto la
masa como el hueco sirven para la expresión plástica. Debido a la ausencia de
color en la pintura, la escultura se revela como una manifestación artística
especialmente valiosa.
Los
autores más importantes del cubismo en la escultura fueron: Pablo Picasso,
Pablo Gargallo y Julio González, entre otros.
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