Joan Miró nace en Barcelona en
1893, fue un pintor, escultor, grabador y ceramista español, considerado uno de
los máximos representantes del surrealismo. Siguiendo los deseos de su padre estudió en la Escuela de
Comercio de Barcelona y asistió a las clases de la Escuela de Bellas Artes. Ejerció
como contable en la droguería Dalmau y Oliveres, pero no consigue adaptarse al
trabajo y esto le provoca una crisis nerviosa. Se traslada a descansar a la
casa de campo que poseía su familia en Mont-roig, un pueblecito de Tarragona, y
aquí es cuando decide dedicarse completamente a la pintura.
De regreso a Barcelona, Miró se matricula en la Academia
Gali, que proponía como método de enseñanza tocar las cosas, los objetos y las
personas para después pintarlas y dibujarlas, de forma que se ampliaba la
experiencia sensorial para después traducir visualmente todas esas sensaciones.
Sus primeras obras, entre 1915 y 1918, están influidas por
Cézanne, Van Gogh, el brillante colorido fauvista y las formas fragmentadas del
Cubiso. En ellas, muestra ya su gusto por las figuras y personajes relacionados
con el mundo rural de sus veranos en Mont-roig.
En su obra reflejó su interés en el subconsciente, en lo
"infantil" y en su país. En un principio mostró fuertes influencias
fauves, cubistas y expresionistas, pasando a una pintura plana con cierto aire
naïf, como lo es su conocido cuadro La Masía del año 1920. A partir de su
estancia en París, su obra se vuelve más onírica, coincidiendo con los puntos
del surrealismo e incorporándose a este movimiento.
Uno de sus grandes proyectos fue la creación en 1975, de la
Fundación Joan Miró, ubicada en Barcelona, centro cultural y artístico para
difundir las nuevas tendencias del arte contemporáneo, que se constituyó con un
gran fondo de obras donadas por el autor. Otros lugares con importantes fondos
de sus obras son: la Fundación Pilar i Joan Miró, en Palma de Mallorca; el
Museo Reina Sofía, en Madrid; el Centro Pompidou, en París; y el MOMA, en Nueva
York.
El interés de Miró por la escultura deriva de una voluntad de superar los límites estrictos
de la pintura. La primera pieza realizada por él en 1931, a base de objetos
ensamblados, en el más puro espíritu provocador del surrealismo, resulta ya muy
significativa, pues proclama con rotundidad el papel fundamental que le
atribuye al objeto como generador de sentidos.
Personaje con paragüas
Más tarde, a mediados de los años
cuarenta, elabora pequeñas piezas en arcilla que después traslada al bronce.
Éste será, en lo sucesivo, el material escultórico predilecto de Miró. Por otra
parte, Miró propició siempre una relación muy estrecha, de colaboración
efectiva, con los fundidores. Ello le permitió ajustar la concepción de las
piezas a unos resultados en que en ocasiones prevalecía un acabado pulido y
otras, en cambio, la riqueza de matices de unas pátinas sorprendentes.
Mujer
En los años sesenta, el artista introdujo el color en la
escultura, un color directo y elemental, que distingue y destaca el carácter
individual de los componentes que constituyen las piezas. La escultura y la cerámica le permitieron, además,
intervenir en el espacio público, con realizaciones de carácter monumental.
Conjunto monumental para La Defénse
La luna y el sol, el principio
femenino y el principio masculino, la noche y el día, fuerzas a la vez opuestas
y complementarias, son referencias constantes en la obra de Miró. Éste Pájaro
(lunar) presenta, al igual que Pájaro (solar), un modelado austero y una
superficie pulida y el aspecto general evoca ciertas figuras arcaicas o
votivas. Pájaro (solar) guarda más la apariencia de un pájaro, mientas que
Pájaro (lunar) parece más próximo a los personajes mironianos ligados al mundo
terrestre. El primero es más horizontal, más estático; el segundo, más vertical
y dinámico.
Pájaro lunar
Pájaro solar
Las esculturas modeladas por Miró
entre 1944 y 1950 son una transposición a las tres dimensiones de las formas y
motivos que aparecen en sus pinturas. El pájaro es un motivo esencial de la
iconografía mironiana. Pájaro (solar) no sugiere el vuelo ni la capacidad de
volar, ni tan sólo el movimiento, sino que asume su papel de mediador entre el
cielo y la tierra. La base, una masa sólida, consistente, lo une
gravitatoriamente a la tierra. Una luna tumbada construye sus alas y lo vincula
al mundo celeste.
En la escultura le interesó buscar volúmenes y espacios e incorporar
objetos cotidianos o simplemente encontrados, piedras, raíces,
cubiertos, tricornios, llaves de agua, que funde a la cera perdida. El sentido de los objetos identificables, lo pierden, al unirse mediante la fundición con otros objetos. Así formó en 1967 El reloj del viento que
realizó con una caja de cartón y una cuchara, fundidas en bronce y
ensambladas, constituyendo un objeto escultórico que solo mide la
intensidad del viento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario