Juan
Muñoz fue escultor, escritor, ilustrador y creador de artes auditivas, nació
en Madrid, en 1953 en el seno de una familia numerosa y bien asentada, fue el
segundo de siete hermanos. Sus primeras experiencias en el colegio no fueron
exitosas, ya que fue expulsado de la escuela por prestar poca atención en
clase, pero su educación continuó en casa gracias a la enseñanza privada de un
poeta y crítico de arte contratado por su padre. Y fue a través del contacto
con este profesor lo que hizo que Muñoz descubriera
el modernismo, aspecto clave en sus futuras obras escultóricas. En la década de
los setenta, durante el régimen franquista, el joven Muñoz decide viajar a
Londres donde estudia en el Croydon
College y después en la Central
School of Art and Design. Tras conocer a su futura esposa, la escultora
española Cristina Iglesias, a la edad de 29 años gana la beca Fulbright con la
que pudo viajar a Nueva York para estudiar en el prestigioso Pratt Institute, el centro de estudios
privado de arquitectura, diseño interior y diseño industrial fundado en 1887.
En
el año 1984, a los 31 años, Muñoz exhibe su trabajo por primera vez en la
galería Fernando Vijande de Madrid, empezando así una trayectoria de
exposiciones internacionales por los museos Guggenheimen en Bilbao y Nueva York, el Art Institute de Chicago, el Museo de Arte Contemporáneo en
Los Ángeles y laTate Modern de
Londres.
Una
década más tarde, en la primera mitad de los noventa, Muñoz empieza a romper con los
conceptos tradicionales de la escultura, a través de la introducción de un
elemento narrativo en sus instalaciones. Sus figuras humanas son algo
inferiores al tamaño real e interactúan entre sí distribuidas en ambientes
tanto cerrados como abiertos, creando una secuencia viva, dinámica, en la que
el espectador puede participar y sentirse involucrado. Al mismo tiempo, el
escultor juega con la ausencia de individualidad en sus figuras, ya que su
monocromatismo (obra sobre tela, pared o tabla, compuesta por un único color o
en blanco y negro) les hace perder sus rasgos de personalidad hasta crear una
sensación incómoda e inquietante en el espectador.
Para sus esculturas, Juan Muñoz utilizó
principalmente papel maché, resina y finalmente bronce. Muñoz seguirá su exploración psicológica de la persona,
el espacio y la relación espectador-obra en centenares de obras artísticas
posteriores, principalmente escultóricas pero también pasando por otras
disciplinas: ensayos-ficción literarios, obras sonoras, piezas radiofónicas e
ilustraciones a mano. En 2001 realiza su serie emblemática Conversation Piece, en la que aborda
los temas del silencio, la teatralidad, la interacción y la (in)comunicación a
través de figuras humanas realizadas en bronce con bases redondas, lo que
indica la incapacidad de moverse o trasladarse, y rostros vacíos, inexpresivos,
contrastados con sus gestos vivos y cinéticos. La instalación crea un espacio
teatral cargado de drama, narrativa y psicología. Tres
de esas figuras están acurrucados juntos teniendo una conversación, mientras
que dos están en los extremos opuestos del espacio, y se dirigen hacia los
otros tres. Las tres figuras parecen tener una cara violenta en su
discusión, mientras que los dos que se apresuran hacia ellos muestran
preocupación. Se colocan en una zona de césped del jardín situado fuera
del Museo Hirshhorn y Jardín de Esculturas en Washington, DC, Estados Unidos.
Después
de varios años de exposiciones internacionales, en 2000 Muñoz recibe el célebre
Premio Nacional de Artes Plásticas. El escultor fue el primer artista español
en exponer en la Sala de las Turbinas de la Tate Modern, con su obra Double Bind de 2001, su última creación y la que es
considerada su obra cumbre. Quizá el ejemplo más claro de la influencia del
modernismo en la concepción artística del escultor. Double Bind funciona como una
suerte de meta-escultura, transformando radicalmente el amplio espacio de la
Sala de las Turbinas. La obra nos presenta varias escenas en diferentes puntos
del entorno, jugando con visibilidad e invisibilidad, certeza y misterio,
realidad y ficción (temas siempre presentes en la obra de Muñoz). En la parte
superior de la instalación, pasan dos ascensores paralelos en movimiento
continuo; algunos de los agujeros negros en el suelo son en realidad ilusiones
ópticas. En la parte inferior desciende la oscuridad, rota puntualmente por
rayos de luz provenientes de los pozos de los ascensores. En estos pozos
vislumbramos la presencia de unas figuras humanas cuyas expresiones no
conseguimos detectar, haciendo imposible nuestra participación en su drama
privado. El cuidadoso posicionamiento de las figuras en un espacio sofisticado
y visualmente complejo nos invita a reflexionar sobre la psicología de los
personajes y a interactuar — activa o pasivamente — con la escena. Desde el último piso, el visitante puede ver, a
lo largo de una superficie de formas geométricas, agujeros o ejes que pueden
ser reales o ilusorios. En el nivel intermedio aparecen figuras, solos o en
grupos, que pertenecen a una dimensión del espacio-tiempo indefinido.
Juan
Muñoz falleció súbitamente de un paro cardíaco provocado por un aneurisma
de aorta y una hemorragia interna a los 48 años de edad veraneando en
Santa Eulalia del Río, Ibiza, el 28 de agosto de 2001. Al momento de su muerte
se encontraba en exposición su obra Double
Bind en el museo Tate Modern de Londres.
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